Si vives en los Estados Unidos es muy probable que nunca hayas oído hablar de la marca Seat, y mucho menos del Seat Arosa. A decir verdad, incluso en Europa este modelo apenas es conocido, ya que se ha fabricado en un número bastante reducido, como alternativa al popular Volkswagen Lupo. De hecho, comparten muchos de sus fundamentos, como ocurría a finales de los 90 en todas las marcas del grupo VAG. Sin embargo, esta pequeña bestia es algo totalmente diferente.
Como probablemente ya te habrás dado cuenta, este pequeño Seat ha sido tuneado hasta el olvido para convertirse en una especie de dragster. No es el típico drag racer, ya que envía toda su potencia al eje delantero, pero es bastante rápido en la salida. El motor bajo el capó es un diésel de 2 litros, pero no le queda casi nada de la configuración original. Las bielas, los pistones, los cilindros, el turbo, todo ha sido sustituido o mejorado para hacer frente a los nuevos niveles de potencia.
El turbo procede de un tractor y trabaja a 4 bares de potencia, lo que es enorme desde cualquier punto de vista. La caja de cambios se ha reforzado para asegurarse de que no explote en mitad de la carrera y las ruedas se han cambiado por neumáticos adecuados para garantizar el agarre del Arona. Al parecer, el motor rinde 550 CV y unos 650 lb-pie de par, cifras peligrosamente cercanas a las del M5, ya que el pequeño motor diésel ofrece más par que el V8 de 4,4 litros del Bimmer.
Con un peso en orden de marcha de sólo 800 kilos, esta cosa es un cohete pero, como vas a ver, poner la potencia es un poco problemático, al menos al principio. El BMW M5, con sus 600 CV y su tracción total, es un auténtico cohete al arrancar y supera al diésel durante los primeros metros. Sin embargo, una vez que el Seat adquiere velocidad, las cosas cambian.

