La impresión 3D está ganando cada vez más adeptos y lo que hace unos años no parecía más que un truco, ahora se utiliza en entornos industriales pesados. BMW es una de las empresas que más ha invertido en esta tecnología, y los alemanes no muestran signos de desaceleración. Al contrario, BMW ha creado un campus especial de fabricación aditiva en el que se está investigando para maximizar las posibilidades en este campo.
La puesta en marcha del campus no ha tenido lugar de la noche a la mañana y no es algo nuevo. Lleva un tiempo funcionando y se fundó una vez que BMW se dio cuenta de las ventajas que aporta la impresión 3D y después de unos años de utilizar realmente la tecnología para determinadas piezas. En estos momentos, BMW está imprimiendo en 3D piezas para los modelos de Rolls-Royce, después de que el BMW i8 Roadster se convirtiera en el primer coche de producción del mundo en utilizar esta tecnología.
En la planta de BMW en Landshut, las piezas metálicas se fabrican actualmente mediante fusión por rayo láser. En la producción, los componentes metálicos impresos en 3D se montan en las carrocerías de los coches en un proceso casi totalmente automatizado. Los componentes de polímero del Campus de Fabricación Aditiva y el sustrato metálico del panel de revestimiento se instalan en los automóviles. Piezas que antes eran prácticamente imposibles de realizar se fabrican ahora mediante el diseño generativo, que utiliza algoritmos informáticos para el desarrollo rápido de componentes.
Juntos, expertos y ordenadores crean piezas que aprovechan al máximo los materiales en la producción. Muchas aplicaciones potenciales sólo son posibles gracias al diseño generativo, y las tecnologías de impresión 3D son especialmente adecuadas para crear sus complejas formas y estructuras, que antes eran imposibles de producir con herramientas convencionales. Para la empresa, esto significa que ahora se pueden utilizar soluciones con topología optimizada para mejorar significativamente la forma y la función.