Los vehículos eléctricos no se generalizarán sin una infraestructura adecuada

El mundo está empeñado en adoptar el vehículo eléctrico lo antes posible. Algunos consideran que este alejamiento de los motores de combustión interna es la única forma de reducir las emisiones de CO2. Sin embargo, para que los vehículos eléctricos se conviertan en la principal opción para miles de millones de conductores de todo el mundo, primero deben producirse muchos cambios. ¿El más importante? La infraestructura, por supuesto.

Es bastante obvio que, aunque los fabricantes se esfuerzan por sacar más y más VE al mercado, los clientes siguen siendo reticentes. ¿Por qué será? Principalmente porque la mayoría tiene miedo de vivir con un VE en el día a día. Y sus temores están justificados, ya que la infraestructura de recarga no está ni de lejos donde debería estar para apoyar una mayor adopción de las nuevas tecnologías.

En declaraciones a Innovation Origins, el director de cooperación de investigación global de BMW, Stephan Neugebauer, dejó las cosas bastante claras a este respecto.

«Nadie comprará un coche eléctrico si no puede cargarlo cerca de su trabajo o de su casa. Es tan sencillo como eso», dijo. «Por eso debemos seguir colaborando con la Unión Europea. Salvo que ya no tenemos que centrarnos únicamente en el propio desarrollo del coche, como ha sucedido principalmente en los últimos años. Debemos centrarnos en la cooperación con otros, como las empresas energéticas y los municipios».

Y tiene razón. Se está haciendo muy poco en este sentido. De hecho, los fabricantes han invertido en diversas soluciones de recarga sólo para poder ayudar a sus clientes una vez que se decidan a pasarse a la electricidad. Aun así, los esfuerzos en este sentido no están ni de lejos a la altura de lo que realmente hay que hacer.

«Sólo hay que poder conducir a algún sitio y meter el enchufe en una toma de corriente para poder cargar el coche. Esa es mi visión del futuro», añadió Neugebauer. Según el mismo funcionario, el dinero necesario para intensificar los esfuerzos en este sentido ya está disponible a través del programa Horizonte Europa de la UE, cuyo valor se estima en 100.000 millones de euros.

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