El Rolls-Royce Sweptail que la marca británica desveló recientemente en el Concorso Villa d’Este en Italia fue una novedad en muchos aspectos. Algunos lo califican como el coche nuevo más caro jamás vendido, mientras que otros se centran en lo que realmente lo hace destacar: se trata de un modelo único de carrocería. Se trata de un modelo único en su género y, sin duda, de un renacimiento de los métodos utilizados antes de que la cadena de montaje de Henry Ford se impusiera en el mundo del automóvil.
Hoy en día, los fabricantes venden coches por millones y los propietarios de Rolls-Royce -el Grupo BMW- no son una excepción. Sin embargo, teniendo en cuenta la buena acogida que tuvo el Sweptail y los márgenes de beneficio considerablemente elevados que aportó a la empresa, es comprensible que los británicos estén estudiando si podría ser una empresa rentable en el futuro.
En declaraciones a Autocar al margen de Villa d’Este, el director general de Rolls-Royce, Torsten Muller-Otvos, insinuó que en el futuro podrían fabricarse en Goodwood más coches a medida. Sin embargo, si eso ocurre, es casi imposible que se acerquen al nivel de exclusividad que ofrece el Sweptail a su propietario, y la razón es muy sencilla.
«Probablemente nunca volveremos a repetir el nivel de implicación que tuvimos con un cliente para este coche, no porque no queramos, sino porque siempre está cargado de riesgo de que alguien pueda malinterpretar el objetivo final. Es un riesgo de acabar con algo que no encaja con la marca, o que no se adapta al cliente. Es posible que en el futuro ofrezcamos coches con carrocería, en los que creamos el proyecto y luego vendemos la naturaleza única a un cliente. Es una idea, no un plan, pero es algo que podríamos hacer», dijo Muller-Otvos.
Esto significa que Rolls-Royce podría aprobar en el futuro ciertos coches a medida nacidos de las mentes creativas de sus diseñadores, pero primero se construirán y luego se venderán, a aquellos que quieran un coche único que no se haya creado necesariamente a petición suya. Este movimiento podría resultar bastante rentable y estamos impacientes por ver qué es lo próximo que se le ocurre a Rolls-Royce.
También pueden surgir algunos problemas. Hay una razón por la que los coches tienen el aspecto que tienen hoy en día y por la que su proceso de fabricación es tan racionalizado y estricto al mismo tiempo. Las leyes y normativas han evolucionado con el paso del tiempo, obligando a los fabricantes a asegurarse de que sus coches no sólo son bonitos, sino también seguros para los peatones y sus ocupantes mientras están en la carretera. Crear coches que cumplan estas normas es un reto en sí mismo y será interesante ver cómo se adapta Rolls-Royce.



