En el verano de 2003 conduje a Nashville en un nuevo BMW Z4 negro azabache que venía del norte de Kentucky y entraba en pequeños pueblos de Tennessee. En algún lugar entre las pequeñas colinas de hoot-n-hollers hice un giro incorrecto, di marcha atrás y me metí en la carretera correcta. Lo siguiente que supe es que tenía a un policía estatal justo detrás de mí con las luces del techo encendidas. Me dijo que me había saltado una señal de stop. Mi licencia, placas y seguro estaban en orden. Me dijo, «mira, te dejaré ir porque este es el coche más bonito que he visto nunca». La verdad. Se ha saltado la belleza.
Y así fue con los coches de Christopher Bangle durante su gestión de algunos de los más talentosos diseñadores de automóviles en el mundo. No sabemos si siempre elegía el diseño más vanguardista que se proponía para un nuevo modelo….lo que sí sabemos es que siempre había controversia en torno al concepto de belleza y proporción en cada BMW que debutaba durante sus 17 años en BMW, ya que las ideas y los coches de Bangle nos llevaban a muchos de nosotros pataleando y gritando hacia el futuro. Para otros, los diseños de Bangle eran el epítome de la frescura, de estar justo en el momento y adelantarse a la multitud lejana.
Si la mayoría de nosotros estamos de acuerdo en que es difícil ser un artista, debe ser doblemente difícil ser un artista visionario en una cultura corporativa. Bangle elevó el estatus de diseñador de automóviles a la categoría de culto, juzgado no sólo por un centenar de conocedores reunidos en una galería de arte, sino por millones de personas, informadas o no, muchas de las cuales consideraron que los cambios en BMW eran un sacrilegio para una marca de coches muy apreciada. Lo que esos detractores pasaron por alto fue que los diseños de Bangle reflejaban los elevados criterios de ingeniería por los que era conocida la marca.
Los coches de Bangle parecían rápidos, agresivos y, quizás lo más importante, tenían autoridad. No hay ni un solo BMW que haya salido bajo su tutela que aluda a la cobardía y al compromiso. Y quizás esto es lo que acabó con todo para él en BMW.
Los cambios revolucionarios encallan inevitablemente: por su naturaleza fluida de cambio….año a año… modelo a modelo….polarizan las opiniones de la gente. Una cosa es conducir un automóvil con avances de ingeniería. No los vemos, el coche se maneja mejor, voilá, es genial. El aspecto de algo …… es una propuesta totalmente diferente. A pesar de todos los esfuerzos de Bangle para convencer a la gente de que los coches eran arte, cuando mostró a la gente lo que era contemporáneo, la mitad del público añoraba los buenos tiempos.
Incluso los que éramos fans originales de Bangle nos quedamos atrás con la introducción de nuevos productos. El desafío constante de lo nuevo a nuestros sentidos es un trabajo duro, especialmente para la gente que se cansa de tener que reajustar constantemente su pensamiento, de envolver sus ojos en algo que simplemente no se parece al statu-quo actual.
Chris Bangle es un joven de 52 años. Le queda mucho tiempo para ser una fuerza vital que cambie la forma en que interactuamos con los objetos. La forma en que se ven, se sienten y se manejan y cómo podemos alejarnos de algo y decir: «Maldita sea, eso se ve muy bien».


